sábado, 25 de octubre de 2014

No importa cuantas veces retrocedas frente al acantilado, sólo cuando estés listo salta...


Hay días que lucen diferentes, tal vez difíciles, o extraños, en los que parece moverse el corazón o la mente de su lugar habitual, y por alguna razón la sensación no encaja en el cuerpo como lo hace rutinariamente al despertar cada mañana. Son esos los días en los que llegamos a cuestionarnos de donde salió todo lo que pasa hoy en nuestras vidas, qué pasará mañana, o la pregunta de si quiero hacer algo diferente.

Hay personas que pasan su vida sumergidas en una rutina, planificando cada segundo de la forma tradicional, universidad, trabajo, matrimonio, hijos, familia, y son felices, y eso es maravilloso. Pero hay otras que quieren más, o cosas diferentes, y todo eso está igual de bien. No hay reglas, no existe el camino perfecto, no existe el método perfecto, ni la fórmula. 

Cada camino es diferente, cada puerta que se abre es una oportunidad, y cada una que se cierra representa dos o más oportunidades. Dejar de decidir es decidir que el destino decida, y a veces lo hace bien, nosotros también a veces decidimos bien y otras lo hacemos genial. Cada decisión es una respuesta, de la que se obtienen dos preguntas, el camino es aparentemente finito en esta vida, porque el pasado y el futuro no existen, solo este instante. 

No importa cuando tiempo nos lleve tomar una decisión, no importa que el tiempo paso, el único tiempo perdido es aquel en el que no nos amamos a nosotros mismos, y amarnos requiere paciencia y comprensión, incluso para esperar estar listos para dar un paso importante, o no tan importante, se trata de respetar nuestros propios tiempos. No importa el asunto, todo sucede en el momento correcto, no importa cuantas veces retrocedas frente al acantilado, cuando estés listo salta, cuando estés listo para volar, sentirás las alas salir de tu cuerpo y al ángel de la intuición tomarte de la mano para continuar.

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