Para cambiar al mundo hay que cambiar la educación. Los sistemas educativos tratan a los seres humanos como robots en serie, diseñándonos para las mismas actividades. Nos han hecho creer que si un niño no aprende al ritmo del resto de la clase tiene un problema, un niño que no destaca con sus calificaciones tiene un problema. Pero, ¿cómo es posible pensar que todos debemos aprender al mismo ritmo? Como si los seres humanos pensásemos o fuésemos exactamente iguales, y tuviésemos algo roto por no responder como el sistema espera. No todos podemos aprender al mismo ritmo, no todos tenemos los mismo intereses, habilidades o inspiraciones. Los sistemas educativos nos enseñan a ser piezas de un molde, no tenemos actividades creativas, artísticas, materias electivas desde la primaria, cómo sabremos para que somos buenos, si nos enseñan los mismos procedimientos básicos y teóricos a todos, esperando que aprendamos como máquinas y seamos todos exactamente iguales.
En la secundaria, las clases de psicología son sumamente básicas. ¿Alguien recibió orientación en la secundaria acerca de las responsabilidades familiares, de los dramas de control emocionales establecidos en la interacción familiar desde nuestra infancia, sobre cómo entenderlos y aprender de ellos? A quién le explicaron que debían desarrollar su consciencia para no traer hijos al mundo por razones equivocadas, por ejemplo, cumplir un requisito social o no llegar a solos en la vejez. A quién le explicaron en la escuela, que un hijo es un ser que se trae para ejercer el amor de forma incondicional, sin expectativas, sin esperar que sean lo que nosotros quisimos ser y no nos atrevimos.
¿Qué pasa con las universidades? Médicos que trabajan con listas de medicamentos que les dan los laboratorios que ocasionan más enfermedades de las que curan, haciéndonos dependientes de un fármaco muchas veces de por vida, cuando las enfermedades son reflejos físicos de asuntos emocionales. ¿No sería mejor resolverlos y acabar con la enfermedad de raíz? Los arquitectos, más "profesionales" en serie, diseñando monstruos de metal que en nada ayudan al planeta, encerrando los espacios para crear la ilusión de separación. Y así, todas las profesiones.
Los sistemas educativos hacen trabajadores en serie, inculcando la idea del consumismo, debo ser esto, para ganar tanto y comprar lo otro, no enseñan creatividad, consciencia, encuentro con uno mismo, a encender la llama de la satisfacción interna. Están diseñados como un brazo, una extensión de los sistemas económicos. No nos enseñan a ser nosotros mismos, a amar incondicionalmente, a disfrutar cada bocanada de aire, a ser felices, a ver que todos necesitamos de todos, a respetarnos. Nos castran las ideas, las emociones, y nuestros increíblemente desperdiciados talentos!
"Si se calculara el precio de la infelicidad que se crea, se vería lo anti económica que es nuestra educación" Claudio Naranjo.